Es importante que entendamos lo que
pasó en esa reunión de NIH, y lo que no pasó. Lo primero que hay que saber
es que esta reunión no fue una reunión de consenso, el tipo de actividad que
hace NIH cuando quiere contribuir a sentar una política pública en algún
tema. La actividad se llamó “Conferencia sobre el estado de la ciencia”, un
tipo de reunión en la que se discute un tema del cual se cree que no hay
suficiente evidencia científica como para recomendar una política pública
oficial. Lo segundo que hay que saber es que el panel no era de
especialistas del NIH. Fue un panel escogido sabe Dios cómo. Había 11
hombres y 7 mujeres. Había 11 médicos, básicamente obstetras, pediatras,
anestesiólogo. Había una comadrona y una enfermera.
Se basó la discusión en varios
paradigmas falsos. El primero es el hecho de que se compararon los riesgos
de una cesárea a petición de la madre con los de un parto vaginal
planificado. Pero realmente hablaban de un parto obstétrico, esto es, un
parto atendido por obstetras bajo el modelo medicalizado. Se listaron 16
intervenciones médicas en el manejo de un parto vaginal, casi todas ellas
innecesarias, no basadas en evidencia científica, y a menudo peligrosas. Se
negaron a incluir el modelo del parto natural fisiológico, con mínimas
intervenciones. Lo único que puede concluirse bajo ese modelo comparativo es
que los obstetras han logrado complicar tanto un parto vaginal que sus
riesgos se acercan a los de una cesárea.
Otro paradigma falso es que
partieron de la base de que las mujeres están pidiendo una cesárea. Basaron
este supuesto en que hasta el 18% de las cesáreas que se están haciendo en
EEUU no tienen una indicación médica especificada ni en el expediente médico
ni en el certificado de nacimiento. Conclusión: las madres están pidiendo
esas cesáreas. Pero ni el expediente médico ni el certificado de nacimiento
tienen información alguna sobre la intención de la madre. Hay un estudio,
sin embargo, que ya ha hecho dos encuestas sobre intención materna en los
EEUU. Son los estudios de Eugene DeClercq et al, de 2002 y de 2006. El más
reciente de éstos se publicará formalmente en unos meses. Pero lo importante
es que en ambos estudios se revela que el por ciento de madres que piden una
cesárea es insignificante (<0.5%). El panel también ignoró esos estudios, a
pesar de que DeClercq estuvo presente e hizo varias intervenciones desde la
audiencia exhortando a que se tomara en consideración los hallazgos de esas
encuestas, el único estudio que ha evaluado la intención materna en los EEUU.
La posición del panel en cuanto a
la evidencia científica que recomienda que ningún país tenga una tasa de
cesáreas mayor de 15% fue una clara expresión adicional del desprecio de
EEUU hacia la Organización Mundial de la Salud. Plantean que el 15% no está
basado en ciencia, y tornaron oídos sordos a los argumentos esbozados desde
la audiencia en cuanto a los mecanismos utilizados para llegar a esa cifra.
Naturalmente no quieren aceptar que EEUU sigue cayendo (ya es el número 42)
en su mortalidad infantil comparada con los demás países. Ignoraron también
la información que está saliendo del Brasil en cuanto a la cantidad de bebés
que están requiriendo atención intensiva neonatal, por cesáreas electivas
hechas antes de tiempo.
¿Salió algo bueno de la
conferencia? Creo que sí. La moderadora del panel de “expertos” aceptó
públicamente que el modelo de cesárea por petición materna no debe
recomendarse a ninguna madre que quiera tener más de un hijo, por los
problemas de placentación anormal, partos pretérmino, infertilidad, abortos
etc en úteros con cesáreas previas. Además de que muy pocas mujeres
planifican tener solamente un hijo, el hecho es que ocurren muchos embarazos
no planificados, y que mucha gente sencillamente cambia de opinión en cuanto
al número de hijos que desea tener. Otro tema es que se aceptó que ninguna
cesárea electiva debe hacerse antes de completarse las 39 semanas de
gestación. Por lo menos en Puerto Rico vemos a obstetras induciendo partos y
haciendo cesáreas electivas a las 37-38 semanas. Otro tema que podemos
explotar a nuestro favor es que el panel insistió mucho en la importancia
ética y legal de proveer a la madre con un minucioso proceso de
consentimiento informado, cosa que no ocurre a menudo en la atención al
embarazo y el parto.
En cuanto al tema del manejo del
dolor, aunque se trato originalmente de implicar que esto debía hacerse por
medio de una epidural u anestesia regional, miembros del panel enfatizaron
que este manejo podía hacerse mediante medios no farmacológicos como lo es
el uso de una Doula, masajes, bolas de parto etc. Lo cual es un estímulo más
hacer disponible este tipo de manejo en los partos hospitalarios.
En fin, anticipamos que la tasa de
cesárea en EEUU y Puerto Rico, y tal vez en otros países, pueda continuar
aumentando por estas presiones de la clase obstétrica. Creemos que debemos
enfocar en la educación y el apoderamiento de las madres y sus familias,
desenmascarar los motivos económicos y de poder sobre la mujer que tienen
muchos proveedores, hablar de la atención al parto como un acto de violencia
contra la mujer, y trabajar desde el plano legal y legislativo para proteger
la maternidad y enjuiciar a los que cometen impericia por conveniencia o
negligencia. En NIH se libró una batalla, no se perdió todo, y la guerra
continúa.
Copia del informe completo lo pueden conseguir en: